martes, 13 de marzo de 2012


Llegando a casa, olvido mirar lo que marca el reloj. Me quedan un par de historias tristes que quemar para empezar una nueva. Labios sabor a ron, en los ojos la raya corrida de ayer. El sueño sobre los párpados, el alma bien despierta. Busco el mechero, para fumarme las últimas esperanzas; réspirame o inspírame, cualquiera me vale. Cuéntame otra historia que la de ayer se quedó en la barra del bar. Me pierdo en las sábanas; ojos cerrados y un frío que jode. Te echo de menos. Y pienso que soy la mala suerte reflejada en estos versos, y suplico a mis ojos que dejen de llorar; que las lágrimas se mueren de cansancio de no tenerte, de no entenderte.

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